¿Por qué no menstruo? Parte 1: Amenorrea hipotalámica

Amenorrea hipotalámica (AH) es la manera médica de llamar a la falta de sangrado menstrual por más de seis meses consecutivos. No menstruar por 6 meses o más implica que tu cuerpo no está ovulando y no tiene planes de hacerlo. La única forma de menstruar es habiendo ovulado hace 10-17 días previos a ese sangrado. Si esto no ocurre y aparece un sangrado, se llama sangrado anovulatorio, inusual o por deprivación -producto de anticoncepción hormonal-. 

La ausencia de ovulación y menstruación puede darse por varios motivos, pero cuando se sostiene por más de seis meses y lxs medicxs no le encuentran causa, entra en la categoría de “amenorrea hipotalámica”. Entre otras causas de amenorrea secundaria están: problemas de tiroides, problemas de alimentación, dieta baja en grasas, carbs, Estar “haciendo” dieta, una situacón de estrés, entre algunas. 

En la AH sucede que, luego de hacerte estudios de rutina y que den bien, te cuentan que por alguna razón no identificada (probablemente estás viviendo estrés crónico, lo llegues a identificar como estrés o no) tu hipotálamo (el controller de glándulas como la hipófisis -la que segrega hormonas que te llevan a la ovulación-) interpreta que no estarías en condiciones ambientales o nutricionales de ovular. 

“Necesitas relajarte”. Complicado cuando el mecanismo que te estresa es lo que llevo a tu cuerpo al stand by y claramente, si tu cuerpo hubiera podido, ya lo habría resuelto sin quitarte tu preciada ovulación y menstruación. 

Generalmente la solución de la medicina hegemónica es una bomba de progesterona para activar tu ciclo. Con suerte sangres (si es que tus estrógenos no estaban demasiado bajos como para no haber generado algo de tejido endometrial) y con suerte reactive tu ciclo. Pero si tu problema hormonal es un pelito más complicado, esto solo profundiza el desequilibrio. Ovular es necesario para tu salud y en otro post te contaré por qué. 

Quiero compartir el testimonio de MARINA (nombre fantasía) a quien acompañe a recuperar su ciclo y luego de 11 años, volvió a menstruar. 

Sofía – Gineco-ecóloga Ayurveda

TESTIMONIO DE “MARINA”

“Estuve 11 años sin menstruar. Sí, menstrué a los 14 años por primera vez. Me acuerdo ese día. No me dio felicidad, ni tristeza, ni emoción, ni miedo. Sentía un poco de rareza porque era una sensación nueva, pero no del todo desconocida porque mi hermana mayor ya lo había vivido. Me acuerdo que le conté a mi mamá. Se puso contenta y el día siguió su curso normalmente. 

A partir de los 15 empecé a tomar pastillas anticonceptivas. Estaba de novia, mi ginecóloga me lo sugirió y yo acepté sin pensarlo mucho. A los 20 las dejé y, desde ese momento, nunca más volví a menstruar por mis propios medios (solo inducida por pastillas o medicamentos). 

Tengo 31 años. Fueron 11 años de pasear por médicos y especialistas de todo tipo (ginecológicos, endocrinólogos, nutricionistas, clínicos) tratando de entender la razón. Fueron años de someterme a diversos estudios (desde análisis de sangre hasta estudios de las trompas de falopio y resonancias magnéticas del cerebro). 

La medicina tradicional no encontraba explicación y los especialistas me derivaban a otros “más especialistas” para que pudieran investigar el tema con mayor profundidad. Todos coincidían en una cosa: la amenorrea (falta de menstruación) no era un problema físico sino funcional. ¿Era realmente un “problema”? Lo que me explicaban es que no había una “falla” en el cuerpo. Simplemente “algo” estaba bloqueando su funcionamiento “normal”. De todas formas, me decían que no me preocupara, ya que el dia que quisiera ser madre (mi inquietud principal), iba a poder acudir a un tratamiento de fertilidad. Eso sí, tenía que arrancar por aquellos de mediana/alta complejidad porque “mi caso” no era tan fácil de estimular. 

Agradezco la tranquilidad que me dio saber que esos tratamientos existían, que podía acudir a ellos cuando lo deseara y que, afortunadamente, iba a poder enfrentar sus costos. Sin embargo, adentro mío vivían muchas preguntas que iban más allá de mi deseo de ser madre. 

¿Qué era ese “algo” que bloqueaba mi menstruación? ¿La amenorrea era una señal que me daba mi cuerpo? Y si lo era, ¿qué me quería decir? 

Me llevó mucho tiempo y energía buscar estas respuestas. La misma búsqueda me fue guiando, y me fue llevando por distintos espacios terapéuticos, con enfoques integrales, que se conectaban unos con otros. Iba a un espacio, esa experiencia me permitía darme cuenta de algo, y para profundizar ese “algo”, me acercaba a otro espacio (recomendado por Sofi u otros profesionales que conocí) y así se fue armando el camino… un camino que duró 2 años y donde pasé por terapias como reflexología, reiki, masajes ayurvedas, círculos de mujeres, respiraciones de útero grupales e individuales, meditaciones, cursos de ginecología natural, talleres de tantra, biodescodificación, yoga, bioenergética, constelaciones familiares y no sé si no me olvido de alguna. Además, sostenía mi espacio de terapia como lo hacía desde hacía muchos años. Tomé remedios naturales (artemisa, aceite de onagra, hasta me inyecte durante 5 meses una sustancia natural en el útero que me había recetado una médica ginecóloga ayurveda). Cambié mi alimentación (dejé de hacer “dieta crónica”), reduje la cantidad e intensidad de ejercicio físico que hacía, me contacté con una chica que había vivido algo similar para conocer su historia, leí varios libros (hay uno particularmente que me hizo muy bien que se llama “De la codependencia a la libertad” de Krishnanda. Lo lei 3 veces). Mi objetivo era claro y mi perseverancia infinita, pero por sobre todo, tenia plena confianza en el camino que estaba transitando y eso me permitía abrirme y entregarme a cada vivencia con la seguridad de que yo estaba ahi para algo. Para aprender algo de mi. Para destrabar. Para soltar. Confiaba en que cada paso tenía un sentido, y que, aunque no sabia cuando, ese camino me iba a llevar a mi objetivo. Solo tenia que seguir andando, confiando en mi camino y aceptando mis tiempos. Ni largos ni cortos. Simplemente los mios, los que tenían sentido para mi proceso. 

Este camino me ayudó a darme cuenta de varias cosas. Por un lado, que la falta de menstruación no era el problema sino todo lo contrario. Era la forma que encontraba mi cuerpo de protegerme, de ahorrar energía y de mostrarme un camino respecto a mi salud emocional. Me di cuenta que estaba estresada (no en el sentido del “estrés” que yo conocía sino un estrés emocional que tenía que ver con una forma de relacionarme conmigo misma y con el mundo). Tomé conciencia de que vivía en un modo basado en la eficiencia y la exigencia, donde el placer, la pausa, las emociones y el cuerpo, no tenían mucho lugar.

Incorporar un poco de esto a mi vida (aceptación, disfrute sin expectativa de cambio, relajación) no me resultó (ni me resulta) fácil. Fue un proceso largo donde muchas veces sentí angustia, frustración y resistencia (los que saben de neurociencia dicen que el cerebro tiende a ahorrar energía llevándonos siempre por el camino conocido). Fue (y es) un camino de constante deconstrucción de creencias y hábitos, y aprendizaje de otras formas de transitar la vida y de vincularme. 

El 7 de abril del 2019, después de 11 años, menstrué por primera vez. Sola, sin pastillas, sin estímulos externos. Temblé y lloré de emoción cuando fui al baño y me encontré esa sorpresa. No podía creer lo que estaba viviendo. La transformación que venia haciendo se manifestaba. No puedo poner en palabras la emoción, felicidad y el orgullo que vivi en ese momento. 

Al mes esperaba volver a menstruar, pero no fue así. Sabía que era probable que mis ciclos no fueran de 28 días exactos y esperé. Después de 2 meses y medio, no había novedades. Sin embargo, yo percibía cambios en mi cuerpo y sentía que estaba lista para menstruar, pero no llegaba… y otra vez la desilusión, la angustia. ¿Había vuelto la amenorrea? ¿Y ahora qué pasaba?

 A las semanas me sentía bastante mal físicamente (no suele pasarme) y me asusté. Pensé que tenía una enfermedad. Fui a una guardia y ahí me enteré lo que tenía: una beba!! Estaba embarazada de casi 2 meses!!! 

Tuve una mezcla de emociones… felicidad, miedo, dudas. ¿Cómo podía ser? Habían sido años de escuchar frases de médicos diciéndome: 

– Que yo no ovulaba. 

– Que aún si menstruaba, lo más probable era que la ovulación no se reactivara porque habían sido años de tener los ovarios “dormidos”. 

– Que tenía que hacer tratamientos de alta complejidad para quedar embarazada. 

– Que aún si quedara embarazada con un tratamiento, había que ver si mi útero podía sostener un embarazo después de tantos años de inactividad. 

– Que mi cuerpo estaba funcionando como el de una mujer de 60 años, post menopausia. – Que mis huesos podían empezar a sufrir consecuencias por no menstruar. 

– Que reactivar mi ciclo no dependía de mí. 

– Que no hacía falta que me cuidara durante las relaciones sexuales porque no iba a quedar embarazada. 

Estoy de 32 semanas. Vengo viviendo un embarazo espectacular, sintiéndome bien, asombrada por la maravilla de la naturaleza, disfrutando del milagro que es gestar una vida y sentir sus movimientos, algo que nunca imaginé que podia disfrutar tanto!! Con una beba que ya supera los 2kg y a la que estamos esperando con mucho amor y deseo! 

Este es un resumen de mi experiencia, que me dejó muchos mensajes… Que mi mente tiene el poder de abrirme (o cerrarme) posibilidades. Que mi cuerpo habla y escucharlo, me da salud. Que las emociones contenidas me enferman. Que llorar puede ser liberador. Que de toda experiencia puedo aprender algo y puedo elegir qué escuchar y de qué agarrarme. Que no hay una única respuesta, sino un camino, una búsqueda. Que no hay tiempos cortos, ni largos. Los tiempos son los de cada uno, y eso está bien. También me di cuenta que el cambio sólo se genera cuando nace de una convicción propia. Muchas veces quisieron ayudarme pero hasta que yo no sentí esa decisión interna tan profunda de encontrar una respuesta, los resultados no cambiaban. El deseo genuino y la iniciativa propia fue el motor que me dio la fuerza para no rendirme, a pesar de las frustraciones y el cansancio. Y que hay un mundo de profesionales y terapias alternativas que pueden ser muy sanadoras si podemos confiar y abrirnos a ellas. Al menos esa fue mi experiencia. 

Sofi me pidió que escribiera mi historia para compartirla con otras mujeres que pasan por situaciones similares. Me encanta la idea de compartir nuestras experiencias, así que no lo dudé. Además, esta es una de las formas que encuentro de agradecerle a Sofi por todo lo que me ayudó!! No puedo estar mas agradecida con ella!! 

Si tenés ganas de charlar, podes pedirle mis datos a Sofi sin problema! 

Gracias por leerme y gracias Sofi por abrirnos este espacio”.

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