Guiar prácticas sexuales me parece una práctica válida y hermosa, empoderante para muchas personas. Pero el tantra no son prácticas sexuales únicamente, ni se trata de un entrenamiento para tener mil orgasmos, ni de masturbación ni necesariamente de autoerotismo. Imaginense que de 112 meditaciones del libro más antiguo de tantra, 6 solamente se tratan de sexo. El tantra son prácticas pero también es un camino, y quienes lo enseñan necesitan conocerlo profundamente.  

Para conocer profundamente el tantra hace falta una guía, hace falta profundizar en el camino que propone, hace falta llevarlo a tu vida cotidiana, hacen falta años de entrar en la profunda consciencia y humildad de dejar que alguien nos enseñe, tomar unx maestrx, entregarnos a su guía e ir muy lentamente introyectando ese rol dentro nuestro. No podemos dar lo que no recibimos, realmente. Y aún así, no todo el mundo tiene las cualidades necesarias para enseñar. Lamentablemente debido a las violencias sociales que atraviesan todas las áreas de la vida humana, muchas personas supuestamente maestrxs han hecho uso del poder que toman de ese lugar para manipular personas y engordar su ego y sus bolsillos, en vez de honrar el proceso formativo y personal de quienes se les acercaron. Y lo que esto, junto con el neoliberalismo, han provocado, es que muchísimas personas de repente enseñan artes humanas tan profundas como el tantra, con muy poca experiencia y muy poco trabajo personal.  

El tantra penetra en la intimidad del corazón y de la sexualidad de las personas, y eso no es algo que se pueda guiar ni acompañar así nomás, porque no se trata de unx como maestrx ni como guía… se trata del acompañamiento. Ser guías o facilitadorxs de tantra es un rol que es de servicio. En un nivel, el proceso nos lleva, en ese rol, a que no se trate de mí como guía ni como facilitadorx. Obviamente siempre es proceso y siempre tenemos cosas para profundizar y trabajar y siempre se va a tratar de nuestro crecimiento también. Pero para saber acompañar, para saber guiar, hay que saber mirar con un tipo de mirada profunda y pulida como un diamante, una mirada que valida, que ama, que espera, que nombra el borde, que habilita, que no intercede hasta que no sea necesario, que intercede como un samurai, limpiamente y con cuidado, con amor y con un filo alucinante.  

Confío profundamente en las buenas intenciones de las personas, pero así como nadie se pone un estudio de enseñanza de danzas o de artes visuales sin haber transitado profundamente ese arte, quienes estén interesadxs en el tantra necesitan poder profundizar en su camino y su formación para poder enseñar y acompañar con todo lo que hace falta.  

Como dice el alucinante maestro de tantra, Daniel Odier, Tantra no es Sexualidad Sagrada, ni es solo un camino relacionado a la sexualidad como la conocemos. Tantra es recuperar la presencia expansiva que habita en el cuerpo personal y en el cuerpo colectivo también. Tantra es expandir la consciencia a través de la energía vital. Suena muy espiritual o muy etéreo… pero tantra es realmente vivirlo y sentir como tus poros se abren, como tu mirada se amplía, como tu olfato se afina, como tu oído se relaja, como tu lengua se activa… y empezar a sentir como el mundo está en una profunda interrelación contigo, penetrandote y siendo penetradx por tu presencia.  

Con amor, Sofía

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