El cuerpo es un espacio sagrado, un vehículo para nuestra alma, un regalo de la naturaleza. Nos invito a honrarlo, escucharlo, observarlo, sentirlo, sin juicio de valor. Como dice Astiko (maestra de tantra, discípula de Osho), las molestias y enfermedades son guardianes. Es la forma en la que nuestro inconsciente encontró de protegernos de algo. Si podemos llevar conciencia y respiración y traer esto a la conciencia, podemos pedirle a este guardián, que encuentre formas más armoniosas de cuidarnos, de revelarnos lo que tiene para decir.
El masaje siempre fue un recurso que utilicé, algo necesario para mí, una forma de darme a mí misma. Mi gran sensibilidad a la presión y al estrés hizo que recurriera a esta forma de terapia desde adolescente. Experimenté diferentes tipos de terapeutas, masajistas, entre ellas masaje californiano, shiatsu, descontracturante y ayurvédico. Todos muy hermosos, y los terapeutas que elegí, personas muy presentes y comprometidas con lo que hacen.
Lamentablemente tenemos una concepción errada, que el Ayurveda y su filosofía y terapias holísticas me ayudó a entender con el paso de los años: Esta idea de esperar hasta último momento, de darle lugar al cuerpo cuando ya no es sostenible la tensión y el dolor. Cuando está en su máximo exponente lo que nos sucede, ahí decidimos darle lugar.
Vivimos en una mente sobresaturada de información, de estímulos, de consumo. No tiene tiempo ni lugar para experimentarse a sí misma. La mente no sólo está en nuestro cerebro, está en todo nuestro cuerpo, pero la hemos identificado sólo allí arriba, y allí vivimos, en esa terraza sobreestimulada, sin poder “bajar” a lo que sucede en toda la demás estructura de nuestro ser. Aún no conocemos otros “motores” de los cuales podemos fiarnos (que no son la mente) y en donde residen otras autoridades a partir de las cuales sentir y tomar decisiones. (Una herramienta que recomiendo fervientemente como ayuda para tomar conciencia de esto es el Sistema de Diseño Humano).
Recibir y darnos a nosotrxs mismos un masaje es una forma de terapia sanadora. Está estudiado científicamente que el tacto produce la liberación de oxitocina (la “hormona del amor”) en el sistema nervioso, la cual reduce la secreción de cortisol (hormona del estrés). Es decir, la respuesta química es terapéutica en alto grado. Acompañado de la presencia y la respiración, el masaje puede volverse una experiencia meditativa, en donde el receptor toma contacto con su propio cuerpo y sus diferentes partes, las registra y ayuda a liberar toda la tensión y también memorias emocionales guardadas en ese lugar físico.
Dar masaje también resulta terapéutico. La oxitocina también es llamada la hormona de la confianza y, así como en el receptor, se libera en el sistema nervioso del terapeuta. Esta respuesta emocional ayuda al aprendizaje, al acompañamiento, la disponibilidad y la flexibilidad. Abre el campo de la empatía y nos permite conectarnos más sutilmente con quien está recibiendo la terapia. Esto amplía nuestra confianza en nosotros mismos, nos enraíza en nuestra capacidad de percibir y ser, y la sensación de presencia en nuestra conciencia se afirma de forma dinámica.
Esta es una invitación a llevar el masaje a tu vida, dandote a vos mismx, yendo a tomar un masaje o aprendiendo a dar masajes, tanto para así sumergirte en todo el espacio físico y espiritual que nos reside; bucear en sus profundidades, experimentar a todos los lugares donde nos pueda llevar; sean de sanación, de exploración, investigación o simplemente de disfrute.
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