Los orígenes de la violencia en nuestra sociedad y su relación con la crianza de nuestros niños

El pediatra neonatólogo sudafricano Nils Bergman ha cruzado sus estudios clínicos en neonatos y neonatas con datos aportados por la biología evolutiva y recientes descubrimientos de la neurobiología y de la psicología entre otros. El aspecto fundamental de su estudio ha sido su propia falta de acorazamiento, su sensibilidad para percibir el sufrimiento de la criatura recién nacida y su compromiso ético con la verdad; en otras palabras su honestidad, su humanidad no secuestrada, valores imprescindibles para desvincular la investigación científica del Poder.

 […]Bergman explica (Restoring the original paradigm) que en el rombencéfalo (hindbrain) hay tres programas neurológicos, el de defensa, el de nutrición y el de reproducción; cada uno de estos programas está asociado a un paquete de hormonas y también a nervios y músculos, de manera que la activación de uno u otro programa afecta de diversos modos a todo lo que ocurre en el organismo. Estos tres programas que regulan todo el metabolismo basal de nuestros cuerpos, prevén el mantenimiento.

 […]No nacemos enfermas, pero como dice Bergman, enfermamos cuando nos separan de la madre. Una vez más estamos ante una función iatrogénica de la medicina institucionalizada, que en general ha hecho de la separación de la criatura recién nacida de su madre una práctica protocolaria habitual.

Bergman asegura que la primera violación, lo peor que le puede ocurrir a cualquier recién nacido es la separación de su madre, su hábitat normal.

Existen muchos estudios que muestran que la falta de madre origina diferentes trastornos psicológicos así como la violencia criminal. Bergman se refiere a otro estudio publicado también por A.N. Schore y asegura que las complicaciones que suceden durante el nacimiento afectan a la personalidad, a la capacidad relacional, a la autoestima, y a los esquemas de comportamiento a lo largo de toda la vida. Si a ello se le añade el rechazo de la madre y la ausencia de unión con la madre (‘bonding’), podemos constatar una fuerte correlación con un comportamiento criminal y violento.

La creación de nidos en los hospitales y el aumento de la frecuencia de las separaciones precoces de la madre son correlativas a los problemas de vinculación afectiva, al abandono de la madre, y al aumento de comportamientos adictivos (necesidades orales del bebé no satisfechas).

 Esto puede ayudar a entender la afirmación de Michel Odent, de que la mejor estrategia para obtener una persona agresiva es separarla de la madre en su más tierna infancia; así como otros estudios realizados sobre la correlación entre separación de la madre y desarrollo de una persona violenta, entre ellos el muy importante trabajo del neurólogo JW Prescott que deja patente la relación entre la falta de placer corporal en las criaturas pequeñas y los orígenes de la violencia.

Lloyd de Mause también ha escrito en este sentido sobre los hallazgos de la neurobiología, y afirma que los traumas provocados por el desamparo pueden dañar severamente el hipocampo, matando neuronas y causando lesiones; y que este daño está causado por la liberación de una cascada de cortisol, adrenalina y otras hormonas segregadas durante el periodo traumático, que no sólo dañan a las células cerebrales sino también la memoria y ponen en marcha una desregulación duradera de la bioquímica cerebral. Además, la abundancia de repetidas oleadas de estas sustancias químicas y hormonas en el cerebro es la causa de la reducción de la producción normal de serotonina, siendo, según este autor, un nivel bajo de serotonina el indicador más importante de violencia, relacionada con tasas altas de homicidios, suicidios, piromania, desórdenes antisociales, automutilaciones y otros desórdenes agresivos.

 Lloyd de Mause asegura también que se ha demostrado que la falta de cuidados maternales tempranos es la causa de que la región que permite al individuo reflexionar sobre sus propias emociones y empatizar con los sentimientos de otros individuos sea diminuta, desembocando en una pobre autoestima y en una tan baja capacidad para empatizar, que el bebé crece literalmente incapaz de sentirse culpable por lastimar a los demás.

Así es cómo se explica desde la neurología la formación de la crueldad en el ser humano.

Síntesis de la publicación “El Matricidio a la luz de la Neurobiología”, de Casilda Rodrigañez, el cual pueden encontrar completo en nuestra BIBLIOTECA

Imagen: Bocetos de Leonardo Da Vinci (feto)

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