¿De que se trata? ¿Cómo se practica? ¿De dónde viene?
Es importante tener en cuenta cierta información: Hablamos de sexo tántrico como experiencias que se comparten con otro, energías que se funden unas con otras. En términos generales podríamos decir que existen dos corrientes. Una percibe la energía de determinada manera y la gestiona con la misma impronta. Es la conducción de la energía de un modo enfocado. Aquello excluye todo lo que esté por fuera de ese objetivo. Se necesita constancia, persistencia y disposición para atravesar el sufrimiento; lo que se busca no es lo que se tiene, sino lo que puedo recibir y dar. Ese es un modo de abordarlo. Hay otro modo que implica la no búsqueda. No se busca porque de hecho, lo que se busca ya se tiene. Aquella conciencia que se intenta encontrar es la capacidad para permanecer presente en aquel instante. Esta otra corriente tiene más que ver con la sensibilidad, con la percepción de cómo se va desplegando cada momento. No hay una meta. Buscamos habitar el aquí y ahora con lo que sea que esté sucediendo, agradable o desagradable, “positivo” o “negativo”. El tantra plantea esta corriente más relajada o de “energía femenina”, en contraposición al Yoga, que tiende a ser una práctica más “masculina”, dinámica y con cierta estructura más rígida.
¿Cómo confluyen estas dos corrientes en la sexualidad de hoy en día?
Algunos dirán que tiene que ver con la sensibilidad absoluta, otros dirán que el sexo tántrico es conexión con el otro en el “Aquí y ahora”. Otros hablarán de exploración a través de todos los sentidos, no solamente desde los genitales. Todas son respuestas son válidas, pero no está mal mirar más allá de la propia experiencia. Lo que es importante entender es la diferencia corporal de una corriente respecto de la otra. El yoga es más restrictivo y conlleva una tensión que sólo se libera cuando se llega a la meta. En el tantra, en cambio, la sensación corporal es de dilatación, expansión, relajación, soltura y espontaneidad. Incluye libre movimiento, algo que es estrictamente contrario al Yoga, y la sensación de pertenecer a ese tiempo y ese espacio por sobre cualquier otro.
Para el Tantra, ¿Es lo mismo eyacular que tener un orgasmo?
Algunos maestros del tantra dirían que sí, en tanto que el tantra estudia la manera en que la sexualidad puede trascender lo físico y despertar esa energía básica de sexo. Esa energía es la que crea vida. Despertarla en nuestro cuerpo y que llegue hasta la coronilla. Entonces, orgasmo vendría a ser la parte energética. Eyacular vendría a hacer la parte física. También se puede eyacular sin tener un orgasmo y viceversa. Esa es la parte interesante: supongamos que un hombre se masturba todos los días o tiene sexo con mucha frecuencia y eyacula diariamente; Llega un punto en donde toda esa emoción que trae la eyaculación va a ir reduciendo la sensibilidad. Esta es una diferencia básica con el Tantra, en donde tenemos por un lado la sensación y por otro lado la sensibilidad. Por lo general el sexo convencional está enfocado en la sensación. El sexo pornográfico sobre todo. Pero el sexo pornográfico pareciera que nace también de una audiencia que está acostumbrada a eso. De alguna manera, el sexo pornográfico resuena en nuestra forma de concebir el sexo, sino no existiría.
Pornografía vs. Tantra
El sexo pornográfico es más parecido a la ficción que a la realidad. Está basado en impulsos reales, que la gente consume y con los que se identifica porque sino no existiría de esta manera. Pero hay otra parte muy ficcional, en la que ambos lado de la pareja se excitan al mismo tiempo, a un nivel similar (generalmente desenfrenado) y que logran, casi mágicamente, acabar ambos en un tiempo corto y a la vez. El sexo tántrico propone una forma que pareciera contraria a esta coreografía: plantea una escucha sensible al encuentro (sexual, en este caso), y para esto en un principio se necesita tiempo, soltar las expectativas y las metas, y generar un marco donde las dos partes puedan soltar cierto egoísmo (soltar la búsqueda de obtener placer del otro) para poder abrirnos a una experiencia orgásmica, que es mucho más amplia que un orgasmo.
El sexo tántrico no niega por completo todas las facetas de un sexo convencional, ni siquiera de la ilusión pornográfica. El sexo tántrico no es tanto la acción en sí, sino la manera de percibir dicha acción. Es decir, no se trata sólo de cuerpos que están distanciados o tocándose suavemente o de respirar a la par o solo concebir el acto sexual sin penetración. Tiene que ver con esas características pero se centra en la percepción de habitar la energía sexual de una manera relajada. Esto es, no enfocar la energía sexual en una única meta. Lo que se busca no es eyacular, el hombre no está buscando ser el mejor amante y la mujer no busca hacer todo lo que el hombre necesita y desea. Si el yoga va a excluir todo lo que no esté enfocado, el tantra va a incluir todo lo que suceda en el momento. La meta es percibir los matices, todas las prolongaciones de ese momento. Entonces, sexo tántrico va a tener muchísimo que ver con no llegar a ningún lado y vivenciar el encuentro sexual con lo que sea que implique: placer, frustración, tristeza, incomodidad, alegría, expansión. Todos los matices. Esto es algo que constantemente sucede, pero que nos resistimos o lo negamos y por lo tanto también se aminora la capacidad orgásmica.
Tantra y sociedad
¿Cómo se logra conectar con la percepción y dejar por fuera las frustraciones o la ansiedad?
Es muy interesante tomar conciencia de cómo nos programa el entorno, desde que nacemos, para cumplir ciertas metas. La programación de la sociedad nos dice: hay que terminar la secundaria, hay que estudiar una carrera, hay que conseguir un trabajo y formar una familia, por ejemplo. Todos los pasos secuenciales de lo que una vida normal debería ser son esos; Son mandatos sociales y culturales muy enraizados y que están enfocados en la meta concreta como único medio de felicidad. Son exigencias que salen desde la mente, no desde el cuerpo. Esa programación secuencial, también está en el sexo. Se encuentra en los tejidos más profundos de nuestro ser. Para poder conectar nuevamente con nuestros deseos y dejar de lado las imposiciones se trata de estar presentes, de abrir el juego para poder volver a la sensibilidad y a la percepción. Pareciera que el sexo no está enraizado en lo que el cuerpo está dirigiendo, sino que pone el foco en lo que el sexo debería ser. Entonces, la próxima vez que nos veamos en un encuentro sexual podríamos preguntarnos internamente “¿Y si no hay lugar a donde ir?” Despojarse de la idea de la la eyaculación o el orgasmo como meta, nos va a permitir disfrutar y percibir cada momento. En algún punto, nos hará más libres.
Cabe destacar que dentro de las imposiciones, reina la idea del sexo heteronormativo. Es decir, las normas están planteadas y no incluyen a otros tipo de sexualidades, otros tipos de identidades. Si lo pensamos un poco más, el tantra trae una ruptura muy grande porque no excluye. Estamos acostumbrados a simplificar todo porque de este modo, nuestro accionar se vuelve más productivo. El ser humano es complejo y su sexualidad también, no todo tiene un camino pautado, el tantra invita a explorar esas aristas que no están tenidas en cuenta por la sociedad, o que al menos, no se nos dan naturalmente.
Presencia
La presencia pide consciencia en el momento en el que se vive. Diremos que el único momento que puede habitarse es el presente. Las palabras expansión, relajación, que van a incluirse dentro del vocabulario del tantra, las podemos usar todo el tiempo para registrar cómo está nuestro cuerpo. El primer paso es registrarnos a nosotros mismos. Cuando siento un dolor, ¿qué hago? ¿Me cierro, así intento no sentirlo?, o ¿lo respiro?, ¿lo hago circular?
Quizás, incluso volviendo a la pregunta anterior, hay un paso previo a preguntarse ¿Cómo se hace? Es necesario darse cuenta de que hay algo en el sexo convencional que no nos está satisfaciendo, que la repetición mecánica de excitar, llegar a la cúspide y eyacular no es suficiente y termina por devolvernos cierta frustración. Hay una desconexión muy grande, que se produce después de la eyaculación, con la persona que tengo al lado. Y esto no es como se cree, que sólo a los varones les sucede. Con la eyaculación hay algo que desconecta. Con esto no quiero decir “No hay que eyacular” sino más bien, “sería interesante comenzar a registrar”. Porque el sexo tántrico no va a colmar nuestras expectativas y diferenciarse de lo que nos produce verdaderamente el sexo convencional, si antes no registramos qué sentimos, cuales son los procesos que más disfrutamos, cuales dejaríamos de lado. Conocer la sexualidad de forma convencional, nos invita a explorar nuevas formas, por ejemplo el “sexo tántrico”.
El estado orgásmico
El tantra plantea El estado orgásmico y no el orgasmo como un pico. Propone una forma de llegar al estado orgásmico ampliando la percepción. Ampliando la respiración, soltando lo que debería ser, soltando juicios. Entrar en la relajación profunda y activa. El estado orgásmico en lo vincular es muy hermoso y es expansivo: de repente, el tiempo y el espacio son distintos, se percibe diferente.
¿Existe esto del estado orgásmico? o ¿puede existir? ¿me puedo habilitar a experimentar eso que para cada uno va a ser diferente? y ¿soltar la meta? El placer puede expandirse sin plantar la banderita, sin necesidad de llegar a destino y que nos pongan una medalla. Es posible pero es difícil soltar esa idea de premio, tras un recorrido hecho.
Al principio, salirse de las estructuras da mucho miedo, pero una forma sencilla de soltar esos temores es plantearse qué pasaría si el sexo y todo lo que está por fuera del sexo, se pudiera experimentar en la plenitud de la consciencia. Esto representará distintas cosas dependiendo de cada individuo que lo experimente. No hay respuestas certeras, pero hay propuestas de caminos distintos.
Presencia y entrega: las claves
Hay dos palabras que se pueden usar para abordar el tema del Sexo tántrico. Una es la presencia, que es, habitar el cuerpo, la respiración y la mente. Integrar estos aspectos hará que uno tome consciencia sobre estar presente al 100%; La entrega, es la apuesta a estar habitándose. Es entender que como todo lo que forma parte de la vida requiere de un cierto dolor. Todos cambio de estado trae un cierto dolor.
Se podría decir que el sexo tántrico es un conjunto de técnicas que vienen de esta corriente espiritual antigua, que proponen salirse de lo programado y que llevan inevitablemente a habitar el cuerpo. Son ciertas técnicas y ciertas respiraciones para conectar con lo que hay, por ejemplo, entre dos personas. El sexo tántrico propone nuevos caminos para explorar lugares creativo a los que nos lleva el sexo. Entendemos el sexo tántrico como modo de ver la vida, como un montón de misterios unidos que iremos o no develando, pero que tenemos, y que en principio, nos animamos a darles lugar para empezar a explorarlos. El tantra propone esto: técnicas para salir del marco generalmente planteado o socialmente programado; Y luego, salir de esas técnicas también. Generar un marco diferente, entregarse a la incertidumbre y ver qué traen las mareas de la vida.
Ilustración: Alpha Chanelling
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