Mano sosteniendo una mora negra con dedos manchados de jugo rojo.
Tantra no es sexualidad sagrada

La sexualidad es parte del tantra, porque el tantra no rechaza nada, integra todo lo humano, y sobre todo, integra aquello que ha sido reprimido por todas las religiones y luego las morales hegemónicas a lo largo de la historia.

Si tuviera que decir algo sobre cómo aborda la sexualidad el tantra, diría que es Sexualidad Profana, más que sexualidad sagrada. ¿Por qué sexualidad profana? Vamos a ver si me puedo explicar.

Empiezo del lado contrario: con lo sagrado. Si seguimos con la idea de lo sagrado, sigue habiendo una reminiscencia a cierta práctica ideal, pero inabordable, inalcanzable… impracticable finalmente. ¿Cómo se lleva adelante una sexualidad “sagrada” acaso? ¿Qué es “sagrado” y qué no es “sagrado”? Y, sobre todo, ¿Quién lo define?

A mí me interesa mucho que las personas sientan que pueden usar el tantra para la vida cotidiana, porque para eso es el tantra básicamente.

No se trata de iluminarse mientras tenés un sexo sagrado, se trata de usar el aporte que nos trae el tantra para recobrar el sentir y el cuerpo en la vida cotidiana. Hacernos la vida un poco menos reprimida. Con mayor presencia.

Todo lo demás, es “lo ideal”. Y no se llega profundo idealizando tanto.

Vamos ahora con lo profano: Dicen que para el tantra, todo es sagrado, o todo no-es-sagrado. Y yo le sumo: entonces, es profano. Da lo mismo para lxs tántrikas, pero no da lo mismo a nivel cultural, porque el sentir cuando decimos “sagrado” y cuando decimos “profano” es diferente a nivel cultural, histórico y también personal. Entonces, ¿Cómo sería la sexualidad profana?

En la etimología de la palabra “profano”, nos encontramos con algunos significados que nos interesan:

  1. Del latín, pro (delante) fanus (templo). Lo que está fuera del templo.
  2. Muy dado a cosas del mundo.
  3. Fanum viene también de fanatismo. Profanum sería no-ortodoxo.

Entonces la sexualidad profana es la que está por fuera del templo, la sexualidad “muy dada a cosas del mundo”, la sexualidad no-ortodoxa, indisciplinada. Al fin y al cabo, esa es la sexualidad primal, la energía que origina el movimiento de la psiquis. Y la sexualidad primal es la que nos interesa recuperar.

Ahora tengo que hacer la salvedad de siempre: sexualidad no es igual a sexo, ni mucho menos al sexo que nos enseñaron que era sexo (coito, es decir, penetración pene-vagina). El coito es una de las formas del sexo. Y el sexo es una de las formas de la sexualidad. Sexualidad es todo proceso corporal regulado por el placer. Volvamos.

La sexualidad “profana” sería tocar lo inaccesible del sexo-moral-sagrado. Sería meter mano, tocar, experimentar, hacer propio a través del ensayo repetido, de la prueba. Si hay algo que pasa en el tantra, es la experimentación. El abordaje del tantra en relación a la sexualidad, por lo tanto, va a ser experimental. Ensayar, sentir, respirar, esperar, repetir, cambiar, probar, mover, esperar, respirar, detenerse, repetir, seguir, sostener, respirar, variar…

Cientos de personas a lo largo de los años pensando que “tienen sexo” cuando lo que hacen es repetir la coreo.

Tener sexo es realmente tenerlo: apropiárselo, poseerlo, asirlo, apreciarlo. Sólo al ser propio podemos investigarlo y metamorfosearlo.

Que nadie se me ofenda, no estoy en contra de la sexualidad sagrada, ni de quienes nombran sus prácticas así, ni de sus abordajes. Sólo me interesa sacar a la sexualidad tántrica de la bolsa de la sexualidad sagrada, y a ambas de la bolsa de lo espiritual-inaccesible.

Quiero que lxs pibxs del barrio se animen a sentir y tantrear también. Que no quede en un círculo cerrado, porque sólo en la espiral nos movemos de forma evolutiva. Y el cómo nombramos es tremendamente revolucionario.

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