Para el Tantra, el pene es un hermoso órgano sexual electromagnético con carga “positiva” (+) que, además de brindarnos mucho placer, liberación de oxitocina y por lo tanto regulación o co-regulación emocional, también funciona como instrumento que gatilla la salida y desbloqueo de tensiones emocionales acumuladas, sea en el cuerpo de quien posee el pene, como del cuerpo de su compañerx sexual, y estoy hablando de algo mucho más allá de la penetración.
Esta hermosa y sensible parte de nuestros cuerpos humanos viene siendo destratada por la cultura mainstream de la sexualidad hegemónica. El pene erecto y potente se muestra como el centro de la sexualidad, la glorificación del poder, pero un pene real, con su sensibilidad, su no-erección constante, su posible precocidad, su flacidez, sus formas particulares y diversas, su conexión con el centro del pecho, la potencia sensible del dar, entregar… Este pene, el real, no se muestra, no se habla, es tabú, porque debería ser lo esperable, no lo real. El sexo con sus formas y sensibilidades reales ha sido tergiversado, adiestrado y abusado para ser casi de una única manera: duro, super-erecto, grande, duradero, eyaculador, saciador, llenador, exitado, entre otras.
En nuestra cultura usamos casi únicamente al pene (seamos poseedorxs de uno, o no) como órgano o forma de tener sexo. Como si no tuviéramos el órgano sexual más grande esparcido por todo el cuerpo: la piel. Como si no pudieramos coger con todo lo que somos. El problema de todo ésto, es que ésta forma de relacionarnos con el pene no es muy saludable. Estos tejidos genitales condicionados y adiestrados a recibir toda la tensión (en forma de presión, atención, excitamiento, hiperestimulación, entre otros) terminan manifestando éste desequilibrio, generalmente, en ciertas afecciones: la hipersensibilidad/excitación (precocidad), la insensibilidad (necesitar más estímulo para sentir placer), o el bloqueo/disminución de la respuesta sexual (falta de erección).
En el caso de la hipersensibilidad, se da por el excesivo excitamiento, estimulación y tensión sexual genital. La clave para salir de allí va a ser la respiración, la recuperación de la progresividad y lentitud, y el entrenamiento de la capacidad de sostener relajadamente la energía sexual.
En el caso de la insensibilidad, lo que ocurre es que tenemos que recurrir a más y más estímulos y exitación para sentir placer y/o para que mi sexo “responda” de la manera que “busco”. Aquí la clave va a ser la re-sensibilización de los tejidos sexuales a través del sexo lento y de la activación de la función afectiva, ya que ésta es la que también me re-habilita sexualmente, porque me dejo “afectar”, es decir, me dejo SENTIR sensiblemente. Sensibilidad, no excitación, no sensación.
En el caso de la falta de erección, tiene raíces generalmente emocionales, ya que es una falta de respuesta sexual generalmente devenida de miedos, bloqueos o incluso abusos sufridos. Aquí la clave será sacarle la atención al pene, usar todo el cuerpo para sentir y dar placer, y dejar de presionarnos y forzarnos a tener una erección que consideremos “aceptable”. Será importante investigar qué entorno, diálogo y tiempos necesito para entrar al encuentro sexual, en vez de forzarme a hacerlo según el “deber ser” normativo. La realidad es que un pene que no está erecto también es deseable, también es sensible, y también puede dar muuucho placer. Sí, mindblowing, pero ciertísimo.
Dentro de la sexualidad genital peneana necesitamos recordar todo su contexto: los testículos, el vello púbico, el ano, la próstata, el perineo… Son todos parte de ésta sexualidad. Que los pensemos como partes separadas o diferentes tiene más que ver con el diseccionamiento sexual devenido de la cultura patriarcal y la hipersexualización del pene. Todo puede y MERECE ser parte, ser acariciado, masajeado y sentido profundamente.
La contraparte energética del pene es, genitalmente, la próstata. Pero, energéticamente, su polo opuesto es el pecho. Toda el área del esternón, de los pezones y de las axilas. En un cuerpo con pene, la energía quiere ir del + al +, es decir, del pene al centro del pecho. No sólo hacia fuera, hacia otra persona, sino hacia dentro, hacia el corazón.
Estas “claves” que fui nombrando se entrenan y acompañan desde los contextos de acompañamiento terapéutico de los talleres y sesiones de tantra.
En otro posteo les cuento más sobre el pene, sus alucinantes fluidos, funciones y otras sensibilidades.
¡Por más cuerpos investigativos que se conocen profundamente!
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