Tres mujeres acostadas sobre tela decorada, tomadas de las manos y con expresión relajada. Fotografía de Mora Lopez

Fotografia: Mora Lopez

El tantra es la amalgama perfecta entre sexualidad y espiritualidad

El tantra es la amalgama perfecta entre se+ualidad y espiritualidad. Pero… qué significa esto?

“Se+ualidad es todo proceso relacionado al placer corporal,”

dice Casilda Rodrigañez.

“Espiritualidad tiene que ver con aquello que nos conecta y nos da sentido,”

digo yo.

El placer nos conecta.

La complacencia (no en un sentido de “adulación” o de sometimiento a hacer lo que otrx quiere, sino en un sentido de desear producir placer en otrxs) es la primera economía.

Es ese dar-recibir-devolver del que habla Marcel Mauss en “Ensayo sobre El Don”, y que Casilda Rodrigañez desarrolla… (click en la frase anterior para leerlo, no tiene desperdicio) es la primera economía humana, basada en el fluir libidinal, en aquello que nos brota de las verdaderas ganas. Lo que nos conmueve, nos mueve adentro, nos mueve toda la parte delantera del cuerpo (pecho/pechos, abdomen, pelvis, brazos) y nos permite crear encuentros, abrazos, dar y darnos; darnos como diadas, como vínculos, como comunidades.

Lo que nos permite crear. Crecer raíces y crecer frutos.

El placer nos conecta hacia dentro y nos conecta hacia fuera. Nos auto-regula y nos permite co-regular con otras personas.

La regulación es el cimiento primario de la salud.

Y el tantra es todo esto. Es recuperar ese eslabón perdido, esa primera economía sin la cual somos barrilles sin fondo, buscando el placer en el éxito, en lo productivo, en el reconocimiento, en todo aquello que creemos que nos va a hacer sentir vistxs, que nos va a hacer sentir amor… pero que al fin y al cabo, son como espejitos de colores.

Sin la función social de la se+ualidad estamos partidxs… y somos mucho más controlables, manejables, consumidorxs… y mucho menos creativxs y comunitarixs.

Ojalá puedas encontrar tus propios eslabones perdidos.

Aquí estamos, dejando huellas para nosotrxs mismxs y las próximas generaciones. Ojalá sirva, siempre tengo esperanza.

Con amor,

Sofía

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