Fotografia: Micaela Burgos
Allá por el 2014, cuando empecé mi camino tántrico declarado, (si bien como suelo contar, ya venía haciendo tantra dentro de mi camino de yoga pero nadie me había contado… ya que era muy polémico en esta escuela de yoga en la que yo participaba mezclar el yoga con la sexualidad…) sucedió un antes y un después para mí.
Por qué lo sentí así?
Porque finalmente… después de tantos años de sentirme inadecuada, encontraba un camino en el cual sentirme ACEPTABLE así como era.
Con mis Burn Outs. Con mis emociones por momentos descontroladas. Con mis tristezas, mis llantos. Con mi entusiasmo. Con mi hiper-foco y concentración. Con mis situaciones familiares difíciles. Con mis posibilidades y mis imposibilidades. Con mi hipersensibilidad.
POR FIN, EN ALGÚN LUGAR, EN ALGUNOS ESPACIOS, POR ALGUNOS MOMENTOS -por lo menos-… lo que yo era, como yo era, no tenía que hacer ningún esfuerzo.
Y entonces…
empecé a descansar como nunca antes.
El tantra me permitió descansar. O yo me permití descansar a través del tantra.
Descansar de las exigencias de ser mejor, de ser diferente, de ser menos tal cosa y más tal otra. De encajar en algún lado.
El tantra me permitió, y yo me permití a través del tantra, empezar un camino de des-homogenización… que no sé cuándo terminará, pues sigue. La cebolla se sigue pelando.
Y no, no me volví más zen ni más iluminada. Tampoco es lo que me interesa ni lo que le interesa al tantra que hagas.
Pero sí me volví más genuina.
y, lo más importante para mí…. empecé a sentir momentos de paz en mi vida, en mi mente, en mis emociones y en mis vínculos.
Una paz que nunca antes había sentido.
El proceso de des-condicionamiento que sucede a través del t∆ntr∆ es muy diferente para cada persona. Te comparto, en esta entrada, algunos sentires sobre el mío, porque quizás te resuena.Pero recuerda que el proceso de cada persona es muy distinto.
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